Xi Jinping ha conseguido un poder total en China. Secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, presidente de la Comisión Militar Central, presidente de la República Popular China. Vamos, todo. Y además decidió a su gusto los miembros tanto del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China como del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China. Eligió para todos los puestos hombres (ni sola mujer, por su expresa voluntad) de su edad, para que no aparezca un posible sucesor que le pudiera hacer sombra. Por todas partes ha corrido la humillación pública a la que sometió a su predecedor, Hu Jintao, sentado a su lado, expulsándole a la fuerza ante todo el mundo (literalmente, la sesión se estaba transmitiendo por televisión desde hacía unos minutos) en medio de la sesión final del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, al que asistían 2296 delegados.
No siento la más mínima compasión por Hu Jintao, quien fue el dictador comunista liberticida precedente, y que con toda seguridad hizo un sinfin de tropelías. Pero esa humillación pública, ordenada en el mismo momento por Xi Jinping, que asistió a la misma con una flemática expresión (como se puede ver claramente en la foto que acompaña a este texto), habla bien a las claras de la total ausencia de empatía en Xi. El machismo del prácticamente vitalicio dictador chino es evidente, al no querer ninguna mujer gobernando a su lado. La egolatría del individuo es clara, habiendo cambiado las leyes para poder estar indefinidamente en el puesto.
Una de las ideas centrales de Xi Jinping es el liderazgo absoluto del Partido Comunista de China en la política, trabajo, sociedad, ejército y religiones de China. Un auténtico tirano, vamos. Ello lleva a la inexistencia en China de la libertades política, religiosa, sindical y demás. La persecución, encarcelamiento, torturas y largas condenas (incluida a muerte en muchos casos) de los disidentes en todas las áreas es la norma corriente en China.
Todo lo anterior es totalmente sabido. Pero lo sorprendente es que en Occidente hay un movimiento que piensa que China es un modelo a seguir, que funciona, mientras que nuestras sociedades, libres y democráticas, parecen estar fallando. Simplemente no lo entiendo. Nuestros países tendrán defectos; muchos, sin duda. Pero muchos menos que China. Xi no puede ser ejemplo de nada. Y aquel que lo tome por modelo en algo solamente puede ser un estúpido o un malvado.
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