Perdón por empezar hablando de mí, pero el burro primero y el carro detrás. Un seguidor de este blog me dice que lo que le gusta del mismo
es que yo critico a diestra y a siniestra. Intento ser intelectualmente honesto, alabando lo que creo bueno, venga de donde venga, y criticando lo que veo malo, igualmente venga de donde venga. Eso me ha costado ya, además de otros más pequeños, dos problemas y medio mayores. El primero fue mi expulsión sin contemplaciones de Red Liberal, un agregador de blogs liberales que se escoró muy hacia la derecha y en el que yo ya resultaba incómodo. El segundo ha sido mi alejamiento de César Vidal, con el que tuve algún intercambio en comentarios en el pasado e incluso hicimos planes, que nunca llegamos a concretar, para conocernos en alguna visita que él hiciera a Houston; su incondicional posicionamiento a favor de Rusia en su invasión a Ucrania (y de China en otros temas) para mí lo descalifican por completo. El medio es un buen amigo que creo (no me consta al cien por cien, por eso digo medio y no doy más datos) que se ha ido alejando de mí por ciertas opiniones que he expresado en este blog. Así he sido, soy y seré en el blog. En mi vida personal me guardo mis opiniones para mi familia; supongo que por eso soy bastante popular en el trabajo, en el que a la vez no tengo ningún amigo íntimo; con todos estoy, como dicen en Chile, ni tan lejos que me hiele, ni tan cerca que me queme.
Digo esto porque, dejando yo el comunismo hace muchísimos años (creo que lo fui por uno o dos años, cuando tenía yo como 15 o 16), por mucho tiempo pensé que los comunistas eran en su mayoría intelectualmente honestos. Equivocados, pero honestos. Y que por ello sus defensas, entre otras, de los pobres, de las mujeres, de los perseguidos por el fanatismo religioso, del pacifismo, eran sinceras.
Nada más lejos de la realidad. Los pobres son defendidos en España, pero no en Cuba; las mujeres son defendidas en España, pero no en Irán; los perseguidos por el fanatismo religioso son defendidos cuando el perseguidor es el catolicismo, pero no cuando es el islamismo; el pacifismo se defiende cuando un país occidental ataca, pero no cuando lo hace Rusia. Y así sucesivamente.
Cuento esto a raíz de mi lectura del artículo en Vozpópuli de Rubén Arranz titulado "Pablo Iglesias y la tele que "te contará lo que otros no quieren que sepas"", que ya enlacé por aquí. No, claro que Iglesias no contará que Jaime Roures se ha beneficiado del vergonzoso Mundial de Fútbol en Qatar. Como tampoco habló en su día (ni hablará) de la reunión hace poco tiempo de Roures nada más y nada menos que con Villarejo.
Si existe un claro ejemplo de la extrema hipocresía intelectual del comunismo su nombre es Pablo Iglesias, extrema hipocresía intelectual que ha trasladado a ese engendro político que es Unidas Podemos, empezando por su pareja o expareja (no lo tengo claro), Irene Montero, que defiende o no, por ejemplo, a las mujeres atacadas en función de la ideología política que tienen.
Alguien dijo que los calificativos de honestidad, comunismo e inteligencia no pueden ir juntos. El que es honesto y comunista es porque no es inteligente (o carece de información), el que es inteligente y comunista no puede ser realmente honesto, y el que es inteligente y honesto simplemente no puede ser comunista. Y si no me creen miren a Pablo Iglesias.
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