Se lo leí a Sonia Sierra y no podía creerlo (no sé por qué, la verdad):
A esto hay que sumar su apología de hiyab, símbolo de la opresión patriarcal, y justo el Día de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer apareció [Irene Montero] flanqueada por cuatro señoras veladas mientras que Irán arriesgan su vida por quitárselo.
Por mí que estas señoras se vistan como les dé la gana.
Pero esa no es la cuestión. Que los diferentes tipos de velos musulmanes son una imposición de los hombres a las mujeres es más que sabido. Lo mismo que el hecho de obligarlas a que lleven ropas anchas, para que no se les marque, ni tan siquiera mínimamente, a través de ninguna pequeña curva, parte alguna del cuerpo (especialmente nalgas y senos). Por cierto, el tema del velo es porque los hombres musulmanes consideran que el pelo femenino es atractivo, por lo que no quieren que sus mujeres sean objeto de miradas deseosas por otros hombres. Lo mismo, por supuesto, es aplicable a las curvas.
(Siento ser tan explícito, pero creo que se hace necesario, para que podamos ver las razones de las vestimentas femeninas musulmanas, impuestas por los hombres).
La anterior información está al alcance de cualquiera que tenga internet. Estamos hablando, lisa y llanamente, de imposición machista, de un atentado contra la libertad de las mujeres. Y, por supuesto, Irene Montero lo sabe sobradamente.
Pero le importa un pimiento (menos aún, dada la inflación). Aquí de lo que se trata por parte de la señora Montero es de arañar votos musulmanes. Y, probablemente más importante aún para ella, de hacer todo lo posible por derribar la civilización judeocristiana, capitalista, democrática y liberal. Para eso, claro, el fin justifica los medios. Y las oprimidas y golpeadas mujeres musulmanas (del mundo musulmán y también de España, necesario es mencionarlo) que lo sigan siendo, ante su silencio verbal y colaboración gestual. Feminista ella, ¿eh?
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