Dijo Pablo Iglesias que Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva y dijo bien. Pero cuando Pedro Sánchez tomó la palabra para responderle, en vez de la flojita intervención, limitándose a defender a Felipe González, debió recordarle a Pablo Iglesias las manchas de sangre de sus amigos.
Otegi, cercano a Iglesias y a quien llama preso político, es simplemente un terrorista asesino. Nicolás Maduro, el Presidente de Venezuela, país del que Podemos ha recibido mucho dinero, es un represor con muertes de las protestas contra su Gobierno, así como un encarcelador de políticos de la oposición. E Irán, país que financia la televisión podemista, es un país musulmán radical, donde no se respetan ni derechos humanos ni libertades, y donde, por ejemplo, se ahorca públicamente a homosexuales y se lapida también públicamente a mujeres acusadas de adulterio.
Esos son los amigos de Pablo Iglesias y de Podemos. Sabido todo ello. Pero lo peor fue el silencio sepulcral de Pedro Sánchez sobre esos temas y que a pesar de ellos no pierda la esperanza de gobernar con estos estalinistas de la peor especie, ahora o más adelante.
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