El gobierno socialista va
a promover la prohibición
de la prostitución e
incluso también podría prohibir la producción de material pornográfico. Lo curioso del tema es que fueron ellos mismos, los socialistas, los que animaron descaradamente ambos conceptos.
Hablando de prostitución, recuerdo que yo en la mili encontré un compañero, con el que trabé una buena amistad, al que le encantaban dos cosas que igualmente me encantaban a mí, el ajedrez y el tenis. Terminado nuestro compromiso militar, en 1983, quedábamos cada sábado en las pistas de tenis de la Casa de Campo de Madrid, donde jugábamos desde alrededor de las nueve de la mañana hasta que el cuerpo aguantaba (doce, una, dos y a veces tres e incluso cuatro de la tarde). Y cuando llegaba la hora de regresar a casa ya había prostitutas, muchas apenas vestidas, ofreciendo su cuerpo a todos los que pasaban por allí. Eran tiempos de un Madrid socialista a más no poder, con Felipe González en el gobierno nacional, Joaquín Leguina en la Comunidad de Madrid, y Tierno Galván y Juan Barranco de alcaldes de la ciudad de Madrid. Nadie actuaba contra las prostituas o sus clientes. Es más, ello se potenciaba casi explícitamente, porque era un síntoma de los nuevos tiempos en el país y de la libertad sexual y la falta de prejuicios que esos tiempos habían traído.
Y si mentamos el porno, lo que los socialistas trajeron cuando llegaron al gobierno en 1982 fue una auténtica plaga. A cualquier hora del día se podían ver en la televisión películas que mostraban a mujeres con los senos al aire. Por la noche, después del telediario, llegaban películas más fuertes, con películas que contenían excenas de sexo apenas cubiertas por una sábana. Las llamadas salas x de cine, donde se exhibían películas de sexo explícito, prosperaban por todas partes. Y en los videoclubs las películas porno de vídeo y en los kioskos las revistas del mismo contenido estaban a la vista de cualquiera, mayor de edad o no, y a su alquiler o compra, con el solo requisito de pagar el producto.
La prostitución y el porno eran lo más guay, promocionado por aquel PSOE que dijo por boca de Alfonso Guerra que con el gobierno socialista "a España no la va a conocer ni la madre que la parió". Eran dos claros síntomas, según el PSOE, de la nueva liberación sexual y que el franquismo había quedado atrás. Todo ello, claro está, ante el silencio cómplice de la derecha de Fraga, que no compartía esas cosas, pero que no se atrevía a criticarlas para que no les tachasen de retrógrados.
Y había algunos pocos que decíamos que lo que se siembra se cosecha y que esa siembra no podía salir bien. Claro, eramos sometidos a ignorancia o burla. En diciembre se cumplirán cuarenta años del principio de aquellos tiempos. Cuarenta años de promoción del libertinaje sexual. No de permitirlo, que allá cada uno con lo que quiera hacer. De promocionarlo por los sucesivos gobiernos socialistas (los ocho de Aznar pudieron ser un paréntesis; los siete de Rajoy ni eso). Durante, repito, nada más y nada menos que cuarenta años. Y ahora la cosecha que algunos pocos anunciábamos está llegando. Y estos pirómanos son los adalides para apagar el fuego. ¿Alguien podría creer en un incendiario para ponerle como bombero?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.