Al final no pude aguantar la tentación y ayer, en un rato libre que tuve, estuve viendo algunos trozos de la primera sesión del debate de investidura.
Sobre Pedro Sánchez, más de lo mismo, mucho teatro de mala calidad y un vacío absoluto.
Pablo Casado quiere erigirse en hombre de estado, pero no pasa de ser un parlamentario aburrido.
Pablo Iglesias casi daba lástima en su nuevo papel de negociador fracasado.
Santiago Abascal me gustó. No es un buen parlamentario, sin duda, y se le veía basante nervioso (supongo que por ser la primera vez en la tribuna del Congreso no ayudaba). Pero su discurso fue muy bueno a nivel temático (tan bueno fue que Sánchez no le contestó a nada). Vox podría ganar votos con ese estilo si no la picia en otros asuntos (picia que creo que sucederá).
Y a Albert Rivera la verdad es que le vi completamente desdibujado, ya en la intervención inicial, pero más en las replícas. Repitió lo mismo varias veces. A ratos sobreactuaba tanto que parecía una caricatura de sí mismo. Y, ojo, no es que no tenga razón en el fondo, que la tiene, y toda. Pero es que va perdiendo la razón por esas formas que empiezan a ser completamente extravagantes. Espero que sus asesores le hagan rectificar, porque de lo contrario el precio en las urnas puede ser muy alto.
Vamos, que de los cinco líderes de los principales partidos españoles no se salva ni uno. Porque si unos son malos, los otros son peores. Este es el triste panorama de la política española de primer nivel.
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