Pedro Sánchez llegó a la investidura diciendo que había que votarle porque sí y los demás le han dicho pues no. Es lo que pasa cuando uno va por la vida en plan chulo, altivo y prepotente.
Todo apunta a que esa supuesta negociación de última hora, cuando Iglesias se quitó de en medio, no fue más que una cortina de humo por parte de los socialistas, un teatrillo de pueblo, un paripé para intentar engañar a los votantes. Votantes que, ahora sí, espero que tomen nota de que parece que les han visto cara de tontos. Porque no es serio que, habiendo tenido tres meses, se pretenda hacer creer que estaban negociando de verdad en los últimos tres días.
Aún quedan dos meses para la convocatoria de las nuevas elecciones. Pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que Pedro Sánchez pudiese ganar la investidura. Así que ya he colocado el reloj de cuenta atrás para esas elecciones del 10 de noviembre. Faltan 107 días. Tiempo habrá para comentarlas.
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