sábado, 12 de noviembre de 2022

Las interesantes partidas de ajedrez de la derogación del delito de sedición de Sánchez

Como español la derogación del delito de sedición me parece una autentica barbaridad y la mayor de las que ha cometido Sánchez hasta
la fecha (y mira que se
ha esforzado en poner el listón más alto cada vez); no solamente es una derogación, es que en la práctica es una amnistía encubierta (o sin encubrir), porque al cambiar la sedición por el delito de desórdenes públicos agravados lo que probablemente suceda es que, puesto que los condenados no lo fueron por el nuevo delito, la pena desaparezca por completo. Incluidos los fugados, ya que nadie puede ser juzgado por algo que no era delito cuando lo cometió; por lo tanto, no podrán ser juzgados por sedición, porque tal delito ya no existirá, y tampoco podrán ser juzgados por desórdenes públicos agravados porque tal delito no existía por aquel entonces. La jugada es redonda para ellos, algo que no hubiera sucedido si el Legislativo se limitara a bajar la pena por sedición, pero manteniendo el mismo nombre.

Por lo demás, tener una pena máxima de cinco años para algo tan grave como intentar romper el orden constitucional es totalmente ridículo, sobre todo con los problemas que tiene España en ese sentido; países que no tienen esos problemas de España castigan delitos contra el orden constitucional mucho más gravemente, pudiendo llegar a la cadena perpetua, como son los casos de Alemania y Francia. Es dejar al Estado completamente indefenso contra los secesionistas.

Pero...

Lo anterior es si la mentada derogación del delito de sedición llega a producirse. ¿Y por qué digo esto? Pues porque me cuesta mucho creer que con esa decisión Pedro Sánchez esté firmando un casi suicidio del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales de mayo (digo casi porque en España nunca se sabe lo que puede pasar con el PSOE). Y como es un trilero, un mentiroso (no patológico, sino por interés propio) total y absoluto (valga la redundancia), puede que esté intentando engañar a los de ERC para que apoyen los Presupuestos del 2023 y después, si te he visto no me acuerdo. Algo que, por supuesto, ya saben los independistas, con lo que habrá que ver cual es el juego entre ambas partes.

Y, además de la partida de ajedrez entre Sánchez y ERC, hay otra partida entre el presidente y el PP. En el caso de que el Gobierno vaya en serio con la derogación de la sedición querrá hacerlo lo antes que pueda, para que quede lo más alejado posible en el tiempo de las mencionadas elecciones autonómicas y municipales de la primavera (sabido es que la memoria política de los votantes izquierdistas españoles es más bien corta). Y por lo mismo el PP intentará que la ley salga lo más cercana a los comicios. Ya Inés Arrimadas ha propuesto a Feijóo que presente una moción de censura, para intentar paralizar la tramitación de la ley hasta febrero, tomando en cuenta que enero es inhabil parlamentariamente (los diputados y senadores españoles no es que se dejen el lomo trabajando). Pero el socialdemócrata nacionalista gallego líder del PP no quiere verse ni en pintura en una moción de censura siendo apoyado por los de Vox. Hablando de Vox, este partido también tiene la posibilidad de presentar esa moción de censura (ya lo prometió, pero a Abascal se le olvidó la promesa), para, aprovechando que el Pisuerga para por Valladolid y que la cosa ahora es mucho más grave que cuando presentó la anterior, no solamente alargar los plazos al PSOE, sino tambien -y sobre todo- obligar a ese nuevo PP de Feijóo a retratarse y, en caso de que vote en contra, arañarle un buen puñado de votos, que no les vendrían nada mal a unos voxeros en horas bajas en las encuestas (una moción de censura voxera que, además, quitaría el foco mediático de Macarena Olona, que mira que les está dando jaquecas a Abascal y Cia.).

Cuatro partidas políticas de ajedrez están en juego. Entre Sánchez y ERC, entre Sánchez y Feijóo, entre Sánchez y Vox, y entre Feijóo y Vox. A lo que hay que añadir el famoso dosier de Feijóo, que está olvidado pero no desaparecido, porque a buen seguro Sánchez lo tiene guardado en un cajón de la mesa de su despacho y lo relee de vez en cuando, en sus ratos libres, desojando la margarita de si lo pone en circulación o no y en caso afirmativo del momento adecuado.

Dije al empezar que como español la derogación del delito de sedición me parece una autentica barbaridad. Pero como espectador de la política española también me parece muy interesante. Tal vez tan interesante como aquello de la maldición china de ojala te toque vivir tiempos interesantes. Maldición que Sánchez se esfuerza una y otra vez por llevar a la práctica, consiguiéndolo siempre, de mal en peor.

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