Vivo con mi esposa y mi hijo. Mi hija vive con su madre. En Nochebuena mi hija vino para pasar la tarde-noche con nosotros. Mi hijo, mi hija y yo fuimos al culto de Nochebuena en la gran iglesia americana donde asiste mi hijo (a mi esposa le tocó trabajar). Buen culto, apoyado, como siempre, en una excelente tecnología, y buena predicación. Cuando regresamos mi esposa acababa de llegar del trabajo. Mientras terminaba la cena rompimos un poco la tradición e intercambiamos regalos antes de cenar. Después comimos. Y comimos. Y seguimos comiendo. Y finalmente llegaron los dulces (vaya manera de echar de menos el turrón duro, el blando y el mazapán). Y para terminar nos dedicamos entre los cuatro a intentar arreglar el mundo (no creo que lo hayamos conseguido). Finalmente mi hija partió a casa de una amiga y su familia para celebrar con ellos la Navidad.
Ayer, Navidad, mi esposa y yo asistimos al culto de Navidad en nuestra pequeña iglesia hispana. Buen programa de Navidad, con participación de jóvenes y niños, y buena predicación. Después comimos. Y comimos. Y seguimos comiendo. Y finalmente llegó la tarta, que estaba tan buena que repetí (de nuevo vaya manera de echar de menos el turrón duro, el blando y el mazapán). Esta vez no intentamos arreglar el mundo, tras el fallido intento del día anterior. Bromeamos sobre nuestros diferentes trabajos y sobre las distintas nacionalidades de los que integramos la iglesia. Y regresamos a casa. Para finalizar pude ver un partido de fútbol americano junto con mi hijo.
Sabemos que no fue en estas fechas en las que nació Jesús. Pero son en las que, por tradición, se celebra Su nacimiento. Y para mí ha sido una muy buena celebración de Nochebuena y de Navidad en familia y en la iglesia. Ahora a esperar Nochevieja.
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