Uno, que intenta en lo posible usar el sentido común, se queda del otro lado cuando lee en un titular que Bolaños pide
al PP que retire hoy mismo el recurso al Constitucional: “Ha ido demasiado lejos”. ¿Desde cuándo alguien, ya sea persona física o partido político, no puede acudir a un tribunal, sea el que sea, si ese tribunal se lo acepta? El problema no sería, repito, usando el sentido común, la persona física o jurídica que en su derecho acude al tribunal, sino la sentencia que dicte ese tribunal.
Dice el refrán que el que nada debe, nada teme. Es decir, el que nada malo ha hecho, no tiene nada que temer. ¿Qué teme, por lo tanto, el Gobierno? Algo malo habrá hecho cuando tiene tanto miedo. Y está claro lo que es. Saben que colar por la puerta de atrás importantes reformas a leyes orgánicas en otra ley que nada tiene que ver va en contra de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Es un fraude de ley. Y teme el Gobierno que el TC paralice esa chapuza legislativa. Y con ello su estrategia de pasar página en los asuntos escabrosos antes de final de año y alejarlos lo más posible de las elecciones de mayo.
Pero peor es que Bolaños también ha dicho que “nadie puede parar una votación de diputados y diputadas elegidos democráticamente”. Eso no es así. Si lo que se está votando es manifiestamente ilegal (o inconstitucional, que es lo mismo) y de salir adelante tendría consecuencias irreversibles, se puede y se debe parar esa votación.
Y aún peor es que este señor hable de consecuencias impredecibles en el caso de que un tribunal tome una decisión contraria a sus intereses. Nadie está por encima de la ley. Tampoco el Gobierno, ni el Parlamento. Y no se puede amenazar (¿chantajear?) ni al tribunal que está encargado de aplicarla ni al partido que tiene el derecho de ir a ese tribunal.
En una cosa estoy de acuerdo con Bolaños. En que “ha ido demasiado lejos”. Pero no el PP, sino el Gobierno con estas amenazas al Tribunal Constitucional.
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