Dice la escritora que la meta es cero asesinadas, cero violadas. ¿Quién no estaría de acuerdo? El problema es que eso es imposible. Como igualmente imposible es que haya cero asesinados (algo que no menciona).
Es el famoso paraíso comunista, aquí, en nuestro planeta. En el futuro, claro. Un futuro que nunca llega. Un futuro del que se alejan cada día más los países que lo buscan. ¿Alguien se acuerda de la Unión Soviética? ¿Y de los países de Europa del Este? Para los desmemoriados, o los jóvenes, ahí están, hoy en día, Cuba, Venezuela, Corea del Norte, China, Laos.
Pero volvamos al cero asesinadas, cero violadas. Dice la señora que la lucha debe continuar “hasta que sean cero”. Evidentemente ella y todos sabemos que eso no ocurrirá nunca. Por eso existen los investigadores, las fuerzas del orden, los tribunales y las prisiones, porque siempre va a haber delincuentes, entre los que se encuentran los violadores y los asesinos de mujeres (y de hombres). Así que da la impresión de que lo que quieren, ella y las gentes de su ideología, es que la lucha continúe indefinidamente, supongo que culpabilizando a todos los hombres (por eso la ausencia de cero asesinados) y dividiendo a la sociedad por motivos puramente electoralistas.
La meta alcanzable, esta sí, es que, mediante la educación, la disuasión por la condena y la separación de la sociedad de los violadores y asesinos por meterlos en prisión, las violaciones y los asesinatos de mujeres (y los demás delitos) sean cada vez una cantidad menor. Algo que, curiosamente, no es lo que está sucediendo. Porque cada vez son más las mujeres asesinadas, y muchas más las violadas, números que crecen exponencialmente entre la juventud.
¿Alguien se ha preguntado la razón? ¿Cómo se va a alcanzar ese cero asesinadas, cero violadas si se va exactamente en la dirección contraria? ¿No tendrá que ver con el aumento de asesinatos y, más aún, violaciones, las políticas, sociales y penales, que se están ejerciendo desde los gobiernos a lo largo de un determinado número de años? ¿Quiénes han ocupado esos gobiernos? ¿De qué signo han sido y son esas políticas? ¿Qué es lo que hay que cambiar, tanto en la educación como en las leyes?
No estaría de más dejar de lado la demagogia, sea del signo que sea (en este caso claramente comunista), para centrarse en el sentido común (a ser posible sin connotaciones ideológicas, sino simplemente prácticas).
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