Dice Pedro Sánchez que hay que desjudicializar la política. Cuando afirma tal cosa lo que quiere decir es que ciertos políticos que violan la ley debido a razones ideológicas deben quedar impunes. Es más, que ciertas leyes que aprueben esos políticos que vayan contra leyes de rango superior (es decir, que sean leyes ilegales) entren en vigor y afecten a los ciudadanos. Y digo ciertos políticos y ciertas leyes porque claro, no se aplica ni a todos los políticos ni a todas las leyes, sino exclusivamente a aquellos políticos y a aquellas leyes que al señor Sánchez le convengan.
Pero mientras nos habla de desjudicializar la política con el aparentemente noble objetivo de traer la paz a esa área (¿recuerdan como eso funcionó en la época de Hitler?, pues eso) vemos como hace todos los esfuerzos posibles por meter a los suyos en los máximos órganos judiciales. Algo que, por cierto, no hace solamente él, sino que vienen haciendo todos los principales partidos políticos desde el principio de la actual época democrática, con el lamentable resultado de que al tomar decisiones sobre asuntos políticos, prácticamente en todos los casos los nombrados se dividen en bloques dependiendo del partido que los propuso.
Lo anterior tiene un nombre, y es que PSOE y PP (y los partidos nacionalistas cuando pueden) han estado y siguen politizando la Justicia. A ello se debe que la gente de a pie considere al CGPJ y al TC órganos sin ninguna independencia real y sin ningún crédito en sus decisiones.
No, no hay que desjudicializar la política, para que políticos mangantes puedan hacer mangas y capirotes sin control judicial alguno. Lo que hay que hacer es despolitizar la Justicia, para que los miembros de altos tribunales y órganos judiciales apliquen las leyes de forma totalmente correcta e independiente, sin ningún tipo de influencia, ni directa ni indirecta, por parte de los políticos.
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