Si no tuvimos coalición socialista-podemista-separatista no fue por Sánchez y sus ideas y convicciones (no tiene ni unas ni otras), sino por Iglesias, que se negó en redondo a apoyar al socialista, a pesar de que en público intentó disimularlo a base de teatro. Ha preferido jugárselo todo a nuevas elecciones, apostanto a sacar más votos que Sánchez, para así convertirse en Presidente de Gobierno con el apoyo del PSOE. En el empeño va a poner todas sus fuerzas, haciendo lo posible y lo imposible para presentarse en una coalición que agrupe todos los grupos y grupúsculos a la izquierda del PSOE, para conseguir todos los votos y diputados que pueda.
Está por ver si conseguirá ese adelantamiento por la izquierda al PSOE. Está por ver también si la suma de izquierdas y nacionalistas llega a la mágica cifra de 176 diputados. Y finalmente está igualmente por ver si, en caso de darse esos dos supuestos, los socialistas, ya bajo seguro nuevo liderazgo, muy probablemente de Susana Díaz, van a apoyar a Iglesias y su variopinto grupo.
Lo triste del asunto es que desde ahora hasta el día de las elecciones todo lo que vamos a ver, oír y leer van a ser puros fuegos de artificio. El fuego real será a partir del 27 de junio, y en ese fuego ya los españoles nada podrán decir, porque quedará única y exclusivamente en manos de los políticos, dependiendo, eso sí, de los números que se hayan producido el día anterior. Esperemos que esos números sean propicios.
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