Era una acérrimo aficionado al fútbol... y al Real Madrid. Los años fuera de España y sin satélite me han ido menguando la aficción, que de todas formas, aunque en menor grado, ahí sigue.
El otro día, en el trabajo, comentaba con un compañero, mexicano, que es seguidor de uno de los equipos alemanes que se han enfrentado en semifinales con los equipos madrileños, que mi final deseada era el Real contra el Atlético, los dos equipos de mi ciudad. Y así ha sido. Me alegro. Ahora a esperar que el vencedor sea el equipo blanco. Y en caso de no serlo, lo será el rojiblanco, como mal menor. Mejor eso que no que el trofeo se hubiera ido a Alemania... o, pero aún, a Cataluña.
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