Manuela Carmena, en una de esas ocurrencias extravagantes de ella, propuso hace un tiempo contra el terrorismo islámico crear un "instituto para la paz". Del texto del artículo no me llamó la atención la estupidez propuesta por la susodicha, una más. Lo que sí verdaderamente captó mi atención fueron estas palabras:
"El terrorismo es la persona que ha puesto una bomba y han muerto 10 o han muerto 15, el policía que ha matado a alguien, lo que sea, los verdaderos delitos, esos sinceramente, ¿qué hacemos? ¿se castigan, no se castigan? ¿Qué tipo de castigo? ¿Vale la cárcel como castigo? Los demás es que tienen que estar en libertad".
Y de todo ese párrafo a su vez lo que se fijó en mis ojos fue la última frase:
"Los demás es que tienen que estar en libertad".
Así se simple, así de brutal. A menos que una persona haya asesinado a una multitud de sus semejantes, o haya matado a alguien mientras ejercía como fuera del orden, debe estar en libertad. Se supone que ella quiso decir que los que deben estar entre rejas son los delincuentes que han participado en delitos especialmente graves, pero no se supo explicar.
Y eso es lo que me pone los pelos de punta. Que una ex-jueza, que representa perfectamente la doctrina sobre la ideología penal que tienen los políticos de izquierda, diga eso, que todos los delincuentes que no han cometido delitos calificados como graves "tiene que estar en libertad".
Ni castigo por el delito, ni nada que se le parezca. Es la política de la reinserción, pero llevada hasta el extremo. Rebajar las penas por los delitos. Vaciar las cárceles tanto como se pueda. Apoyar al delincuente, desproteger a la víctima, desamparar a la sociedad. Lo dicho, los pelos de punta.
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