La noticia es brutal. El Congreso de Estados Unidos ha rechazado el veto de Obama contra la ley que permite a los familiares de las víctimas de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 demandar a Arabia Saudí por la clara participación en los mencionados atentados de personas de dicha nacionalidad que trabajaban para el Gobierno de dicho país. Es la primera vez en los cuatro años de Presidencia de este gobernante que el Congreso le rechaza un veto.
La historia, a grandes rasgos, es la siguiente.
Un infome secreto, desclasificado el pasado mes de julio (del que me hice eco en este blog), vino a desvelar contactos entre funcionarios saudíes y los autores materiales de los atentados. Unos meses antes, y en base al conocimiento secreto de dicho informe, el Senado ejerció su iniciativa legal para aprobar por unanimidad una ley que permite a ciudadanos estadounidenses y residentes en este país, victimas de un atentado terrorista, demandar a un Gobierno extranjero si hay indicios de que el mismo ha participado en ese atentado. Aunque la ley no cita a Arabia Saudí, a nadie se le oculta que dicho Gobierno está en el centro del punto de mira de la misma, por su participación en los citados atentados del 9/11. La Casa de Representantes la puso en una vía rápida y la aprobó por aclamación dos días antes del 11 de septiembre.
Pero Obama, que pensaba que la ley nunca saldría adelante en la Casa de Representantes, ni cortó ni perezoso la vetó, aduciendo dos cuestiones, por un lado que ponía en peligro relaciones estrátegicas con países aliados, y por otro lado que colocaba a funcionarios estadounidenses en el exterior en peligro de perder su inmunidad cuando determinados países actuasen en reciprocidad.
Puestas así las cosas, para levantar el veto presidencial se necesitaban las dos terceras partes tanto del Senado como de la Casa de Representantes. Parecía difícil, porque nunca en estos cuatro años de Gobierno de Obama se había conseguido. Pero la realidad es que no fue tan dífícil. Hace dos días las dos cámaras votaron, el Senado por 97-1 y la Casa de Representantes por 348-77. El veto presidencial ha sido anulado y la ley ya es un hecho.
Obama ha persistido en sostenella y no enmedalla, y ha dicho que su veto ha sido anulado por una decisión política, ya que la ley es muy popular y estamos en vísperas electorales (los cogresistas se juegan sus asientos uno a uno ante los electores, no por partidocracia). Y ha seguido augurando negros presagios por culpa de la ley.
La realidad es que, en lo que a los atentados del 9/11 se refiere, cada vez cobra más fuerza la vía saudí, abriéndose también cada vez más dudas sobre la vía iraquí, defendida por Bush. Sin duda esta ley va a esclarecer por el camino judicial (en una justicia estadounidense, dicho sea de paso, que es realmente independiente y no esá al servicio del Ejecutivo) muchos puntos oscuros, por más que disguste a opacos intereses estratégicos gubernamentales estadounidenses y a la dictadura teocrática musulmana saudí.
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