Sé que esté texto va a escocer a algunos, aunque esa no es la intención. Dice la Wikipedia que "el 72,1% de los españoles se consideran católicos". Y es seguro que en 1982, que es cuando arranca todo el desastre político-social actual, el porcentaje sería aún mayor.
Menciono ese año en particular porque en aquellas elecciones generales fue cuando el PSOE, liderado por un agnósico en la práctica Felipe González y un más agnóstico todavía Alfonso Guerra, no es que ganara, sino que arrasó, conquistando más de 10 millones de votos, mientras que la AP del muy católico Manuel Fraga se tuvo que conformar con la mitad, la UCD del católico Landelino Lavilla se hundió al menos de millón y medio (venía de conquistar más de seis millones tres años antes) y el nuevo CDS del católico Adolfo Suárez se quedó en algo más del medio millón.
Un servidor votó a la AP de Manuel Fraga (como seguiría haciendo posteriormente), tapándome la nariz doblemente, al saber que ese hombre fue ministro franquista y que de llegar al poder favorecería descaradamente a la Iglesia Católica. Pero lo hice porque, a pesar de todo, prefería un franquista ultracatólico con principios que un socialista agnóstico sin ellos. Muchísimos católicos españoles, a quienes les hubiera costado mucho menos que a mí votar a Fraga, hicieron exactamente lo contrario, ortogándole con su voto el Poder (así, con mayúscula) a un partido, el socialista, que empezó a las claras desde el principio a demoler todo el edificio moral, familiar y de la libertad individual, tomando el control descaramente, por ejemplo, de un estamento clave como lo es el de la educación.
Y para muestra de lo anterior, un botón (no pequeño, desde luego). La primera ley del aborto la aprobó el PSOE en esa primera legislatura (fue contra ella que asistí a la única manifestación en la que he estado en mi vida), tan pronto como en julio de 1985. ¿Y quieren saber un detalle curioso (es un decir) posterior? Un año después se celebraron nuevas elecciones generales. Y sí, el PSOE agnóstico y abortista volvió a arrasar (por menos, pero arrasó con un 44% de los votos), mientras que la muy católica Coalición Popular se quedó en el 26% y el católico CDS en el 9%. Y eso, repito, casi a renglón senguido de la ley del aborto.
Después seguiría la clara victoria socialista de 1989 y la victoria (por menos, pero victoria al fin y al cabo) de 1993. Así hasta 1996. en que ganó el PP del católico Aznar.
Trece años y medio (que se dice pronto) de gobiernos socialistas, inmorales o amorales, controladores en la enseñanza, desmontadores del modelo social familiar, entre otras lindezas. Y, por supuesto, que ganaron elección tras elección con el apoyo de una inmensidad de los católicos españoles.
Como igualmente lo hizo el PSOE de Zapatero en 2004. Un año después aprobó por ley el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo cual no le impidió volver a ganar en 2008.
Y, ojo, con un detalle de suma importancia, las dos veces en que el PSOE perdió el Poder (1996, González ante Aznar, y 2011, Zapatero ante Rajoy), lo hizo no por cuestiones morales o de principios, sino por gravísimas crisis económicas acompañadas de multitud de casos de corrupción.
Podríamos seguir, pero no quiero aburrirles más. Una enorme cantidad de católicos españoles han apoyado vez tras vez a un partido político, el PSOE, que tiene ideas contrarias a la doctrica católica, y a líderes socialistas, como González y Zapatero, descreídos, agnósticos en la práctica e impulsores de ideas contra la más elemental práctica cristiana.
Los católicos españoles pudieron cambiar la historia de España, votando, por ejemplo, a partidos católicos moderados, como lo eran la UCD y el CDS, pero, siento decirlo (y no es una frase hecha, lo lamento de verdad), simplemente no lo hicieron. Con un apoyo mayoritario de los católicos españoles a, también por ejemplo, Suárez en 1982, 1986 y 1989 la historia de este país hubiera sido completamente diferente.
Por todo ello, quiérase o no se quiera, la responsabilidad de los católicos españoles en el desastre político-social perpetrado por el PSOE, del cual se están viviendo unas gravísimas consecuencias en el día de hoy, es clara y evidente.
Ahora, en cambio, los católicos pueden votar tranquilamente a Podemos, bendecidos por el papa Francisco.
ResponderEliminarEl problema es que después este señor izquierdista no resolverá las consecuencias.
EliminarLos españoles dejamos de ser católicos nada mas bautizarnos (no todos,claro).
ResponderEliminarEse ha sido el problema, que la gente ha votado sin ningún sentido espiritual.
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