Buenísimo artículo de Casimiro García-Abadillo en El Independiente sobre las diferencias entre Cataluña y Quebec y, de paso, entre España y Canadá.
Y es que, a bote pronto, tal vez España podría aprender de Canadá y ofrecer a los nacionalistas vascos y catalanes realizar una reforma constitucional en la vía del país americano, con mayorías cualificadas de apoyo a una posible secesión (puede que dos tercios del censo) y condiciones de dureza económica (asunción de deuda, salida de la Unión Europea, etc.) a negociar entre la autonomía y el Estado, para después someter el acuerdo a un nuevo referéndum, y si no se apruba por esa mayoría cualificada dar por cerrado el asunto. También se podría añadir que una vez hecho un reféremdun no se podría hacer otro en un determinado tiempo (20 o 25 años). En esas condiciones veríamos cuantos apoyaban la secesión.
Lo que está claro es que Cataluña no es Quebec. Y tampoco España es Canadá, sin duda.
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