Ya lo sabíamos, pero ahora hay
pruebas (aún más).
Sacrificaban a sus falsos dioses (o, más bien, verdaderos demonios) hombres, mujeres y niños. No, no eran esos pacíficos amantes de la naturaleza que nos quieren describir algunos. Más bien todo lo contario. Unas bestias salvajes inhumanas.
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