Cuando leí la entradilla
(la decisión del magnate [Elon Musk] de suspender las cuentas [en Twitter] de 10 profesionales [del periodismo] provoca la respuesta de la ONU y la UE) tuve que mirar la fecha para cerciorarme de que no era 28 de diciembre y que lo anterior era una inocentada.
Twitter es de Elon Musk y Elon Musk puede hacer en Twitter lo que le venga en gana (que para eso se ha gastado en la empresa 44.000 millones de dólares, mucho más de lo que valía). Una verdad de Perogrullo y más en un mundo en el que se respeta (en principio) la libertad de empresa. Pero claro, es mucho más fácil decirle a otro lo que tiene que hacer con su propiedad que hacerle la competencia. Por cierto, que se quejan de que antes hablaba de libertad de expresión y estas decisiones demuestran que no cree en ella. ¿Alguna vez Musk ha cumplido su palabra? Yo no lo recuerdo.
Dos apuntes muy rápidos.
El primero, si la ONU, la UE (y no sé cuantos grupos más, porque la lista de las quejas es larguísima) están en desacuerdo con la forma en la que Musk gestiona su Twitter lo tienen fácil. Que ellos monten una plataforma similar y que le hagan la competencia.
Y el segundo, no hubo esas protestas cuando los anteriores dueños de la plataforma sacaron a Trump, pero dejaron cuentas de dictadores, otras relacionadas con el Estado Islámico y otras que defendían el terrorismo como arma contra los gobiernos en general y contra el de Israel muy en particular.
Ay, que manía esa de mirar siempre únicamente con el ojo izquierdo.
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