Dice el dicho que la desgracia de unos es la suerte de otros. Ese es el caso de del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, a quien la condenable invasión rusa le pilló en el poder y sin olerlo ni catarlo se ha convertido en una especie de héroe nacional y hasta líder mundial, cuando no pasa de ser un actor metido a político (hay que reconocerle, eso sí, que ha progresado mucho en sus dotes interpretativas desde que estalló el conflicto).
Casi desde el principio (puede que sin el casi, pero no tengo ganas de buscar) y hasta ahora este señor se dedicó a criticar públicamente, después de a Rusia pero casi con la misma intensidad, a los países de la OTAN que le facilitaban y le siguen facilitando de forma gratuita ingentes cantidades de armamento moderno. Siempre quiere más. Todo le parece poco. Me parece bien, porque en una guerra todo el material es necesario, más aún en las guerras modernas. Pero lo que parece de una grosería máxima es hacerlo de forma pública y en el tono de exigencia que le gusta usar.
Todo lo anterior me vino a la mente cuando leí que Zelensky dice que “no es serio” el precio máximo de 60 dólares para el petróleo ruso, ya que “Lo lógico hubiera sido establecer un precio máximo para el barril de petróleo ruso de 30 dólares, en lugar de 60 dólares, como lo propusieron Polonia o los países bálticos”, afirmó el presidente de Ucrania. También todas las sanciones económicas de los países occidentales contra Rusia siempre le parecieron pocas.
Zelenski sabe perfectamente que el hecho de que Ucrania consiguiera parar la invasión rusa primero y recuperar terreno después fue únicamente por el excelente desempeño del ejército ucraniano y por la colaboración de los países de la OTAN en facilitar moderno armamento. Las armas sin el coraje militar ucraniano no hubieran servido de nada, pero ese coraje militar hubiera sido completamente insuficiente sin las armas. Siendo claros, Zelenski es totalmente consciente que sin la ayuda militar exterior a Ucrania, actualmente Rusia tendría mucho más territorio del que ya tiene (probablemente todo el sur del país) e incluso es posible que hubiera tomado posesión de todo o de buena parte de la nación.
Por eso se me hace insoportable la chulería con la que este tipo demanda más y más ayuda, la misma con la que exige medidas económicas más contundentes de los países que ayudan al suyo contra Ucrania. Y lo poco agradecido que se muestra por toda la colaboración que ya ha recibido y por el coste económico que le está costando a los países de la UE sus sanciones a Rusia y su apoyo a Ucrania. La UE se ha quedado sin el gas ruso y ahora es probable que también sin el petróleo de dicho país. Y todo ello por ayudar a Ucrania.
Como dije, la desgracia de unos es la suerte de otros. Y la desgracia del pueblo ucraniano de soportar una invasión de un asesino como Putin es la suerte de un ingrato charlatán como Zelenski. Está claro que hay que seguir ayudando a Ucrania por encima de todo. Incluso a pesar del bocazas con suerte que tienen los pobres ucranianos como presidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.