Después de leer la entrevista a Alejandro Marín no puedo evitar tener la misma amarga sensación que tuve después del asesinato de los dos guardias civiles en Francia, la de que la muerte del guardia civil Juan Manuel Piñuel Villalón, recientemente asesinado por ETA, se podía haber evitado.
No se trata aquí de buscar otros culpables que los asesinos, que son los únicos responsables por la muerte de este inocente. Pero se trata, eso sí, de ponerles a estos miserables lo más difícil que se pueda la tarea que se han atribuido de asesinar, sobre todo en las zonas de alto riesgo.
Es evidente que tener un perímetro de seguridad de al menos 30 metros es necesario en muchas casas-cuarteles, porque es una locura dejar que cualquiera pueda aparcar un coche bomba al lado de una garita; igual de evidente que tener a un guardia en una garita es encerrarle en una trampa mortal en el caso del mismo coche bomba, por lo que se hace necesario que sean patrullas móviles las que vigilen el área, para que puedan abandonar una determinada zona en caso de peligro.
Los guardias civiles se están jugando la vida en el País Vasco, eso lo sabemos todos, pero la tarea se complica extraordinariamente cuando el Estado los deja muchas veces desprotegidos antes los asesinos. Lo que hace falta es verter todos los esfuerzos en la lucha antiterrorista, pero no solamente para perseguir y detener a los culpables, sino también para prevenir muertes como ésta, que probablemente con más medios se pudo haber evitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.