7 meses, 7. Es lo que ha durado la gran esperanza blanca de los revolucionarios al frente del Gobierno de Grecia. Se va después de tirar por tierra la incipiente recuperación económica griega, poner al país al borde del colapso económico (corralito incluido), convocar un fantasmal referéndum, incumplir por completo pocas horas después el mandato del pueblo griego en dicho referéndum y finalmente rendirse sin condiciones antes "las instituciones" (o sea, ante Alemania), incumpliendo punto por punto el programa con el que había ganado las elecciones.
Sin duda, visto lo visto, es la mejor decisión que ha podido tomar. Dimitir y dejar que el pueblo vuelva a hablar, sabiendo (ahora sí) cual va a ser la senda a seguir.
El sainete griego continúa.
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