Vaya por delante que, como liberal, creo que cada cual puede hacer lo que le apetezca con su vida mientras no haga daño a otros. Pero como cristiano creo que hay niveles de moralidad. Y, hablando de políticos, se debería suponer que esos niveles de moralidad deberían ser más altos cuanto más escorados estén esos políticos hacia la derecha (aunque no siempre, porque en Estados Unidos, por ejemplo, padecermos el presidente más inmoral de la historia reciente, el cual es a la vez el más radical dentro de la derecha estadounidense).
Pero no es el caso de Vox. Muchas veces he escrito aquí palabras de elogio hacia Macarena Olona como política. Y muy probablemente las seguiré escribiendo. Pero me entero de que hace poco acaba de tener un hijo, cuyo progenitor es su novio, oficial de la Guardia Civil, con el que no está casada. Como dije, es su vida. Pero si esta es la moralidad que Vox puede ofrecer a la sociedad española (y evidentemente es la tiene para ofrecer), apañaos vamos.
A lo que podríamos añadir los estruendosos silencios y las ambigüedades calculadas, ya comentado por aquí, de Vox sobre el tema del aborto.
Así están las cosas en Vox. Así están las cosas en España, donde de la decadencia no se salva ni el partido político que teóricamente estaría llamado a luchar contra ella. Malos cestos se pueden hacer con semejantes mimbres.
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