lunes, 15 de junio de 2020

Vaya porquería de políticos y de periodistas que hay en España

Hay que leer el artículo de Ignacio Varela. Y llorar.

Copio una parte (lo que pongo en rojo es lo que él destaca en negrita en su texto):

No teníamos la información, dirán. Mentira. Todos los políticos de España eran conscientes —y lo hablaban entre ellos— de que estábamos a las puertas de un infierno. Lo sabían el presidente y los ministros, los gobiernos autonómicos, los alcaldes, los diputados y senadores y las direcciones de todos los partidos. Lo sabían también las convocantes de la marcha. Pero todos y todas callaron. ¿Por qué? Por miedo. Y no precisamente al virus.

Igualmente callamos los medios de comunicación. Es casi imposible encontrar en los días previos al 8-M una crónica, una columna de opinión o una tertulia que planteara abiertamente la necesidad de suspender esa convocatoria. Sin embargo, se hablaba de ello en los pasillos. Todos los opinadores de España estábamos al cabo de la calle de lo que podía suceder (y de lo que le sucedería al que abriera el pico antes de tiempo).

Los políticos de todos los partidos desplegaron preventivamente una conspiración de silencio sobre el 8-M. Los que informamos y opinamos en los medios realizamos un ejercicio colectivo de autocensura. Y la sociedad, uno de ceguera autoinducida. Yo me voy a la mani, o al fútbol, o al concierto, y el lunes ya veremos. Si la cosa se pone fea, unos culparemos al Gobierno socialcomunista y otros al bifachito o a los recortes de Rajoy, que sirven para todo.

Admitamos que quien hubiera planteado en aquella semana que había que parar el 8-M habría sido linchado en la plaza pública: he aquí un machista y un fascista, a la horca con él. Todos lo sabíamos, por eso callamos.


Menuda confesión.

La terrible conclusión a la que uno llega leyendo el texto es que los políticos españoles pusieron su ideologia por delante de la salud y la vida de las personas. Y la otra no menos terrible conclusión es que los periodistas españoles pusieron su miedo a ser adjetivados como machistas y fascistas antes de la salud y la vida de las personas.

Pues en esas circunstancias los políticos deberían rendir cuentas ante la Justicia y los periodistas deberían dedicarse a otra cosa. Porque ambos grupos son una porquería. Los segundos una enorme porquería. Y los primeros una porquería aún mayor.

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