Eran otros tiempos, aquellos en que algunos hombres eran exculpados por atacar sexualmente a una femina por el hecho de que la misma iba mostrando su muslamen más allá de lo que el macho ibérico en cuetión podía soportar con autocontrol, lo que consideraba una auténtica provocación. Afortunadamente eso quedo en el pasado.
Pero ahora las provocaciones son de otro tipo. Son llevadas a la práctica por determinados partidos que se permiten el lujo de ir a ejercer su libertad de expresión a sitios donde no son bienvenidos, y ante ello ciertos colectivos parece que no pueden ejercer autocontrol (como algunos machos ibéricos de antaño) y tienen que salir a atacarles.
Es lo que ha sucedido en un mitin de Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, en Bilbao. Ni me cae bien Vox, ni me cae bien Ortega Smith, pero eso no quita para que reconozca que tienen todo el derecho del mundo a expresar sus ideas en la parte del territorio nacional que les apetezca. Y a que eso no pueda ser considerado una provocacion por esos llamados antifascistas, que en realidad no son tales, sino simplemente unos liberticidas y unos totalitarios.
Posdata. ¿A estos personajillos que no pueden controlarse ante las provocaciones de sus adversarios políticos no se les aplica la obligatoriedad de llevar mascarilla y respetar la distancia de seguridad, como al resto? Pregunto, vamos.
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