Cuando empezó a verse que las conversaciones en Madrid entre PP y C´s iban por buen camino lo supuse, pero como cometí el estúpido error de no ponerlo por escrito en el blog ahora no puedo escribir ese malsonante "yo lo dije". Me dije para mí mismo "este Rivera va a jugar a dos bandas, a la derecha en Madrid y a la izquierda en Andalucía, para que no puedan acusarle ni los unos ni los otros".
Podrá gustar más o menos (dependiendo del color de la idea del opinante, claro), podrá parecer más o menos acertado (tomando en cuanta que la mayoría de sus votos vienen del PP), pero personalmente no me parece mala idea, aunque sí me parece arriesgado. Pero bueno, la política al fin y al cabo es un deporte de riesgo; mejor dicho, de alto riesgo; es como saltar en las alturas, ante la mirada hipnótica y admirada de todos, de un trapecio a otro, y a otro, y otro; pero sin red. El día que se comete un error lo único que le espera al político en cuestión es estrellarse contra el suelo.
Albert Rivera lo sabe. Por ahora sus saltos de trapecio a trapecio son exitosos. Esperemos que siga así. De lo contrario lo único que quedará políticamente de él será tal vez lo peor que un político puede levantar: compasión. Y si no que se lo pregunten a Rosa Díez.
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