Malditas vergüenzas. Simplemente extraordinario.
Si el Barcelona parece ser más que un club en Cataluña, Casillas parecía ser más que un jugador en el Real Madrid. Y, aunque es ley de vida que las habilidades físicas tienden a degradarse rápidamente cuando se acaba la juventud, el portero del Real Madrid parecía no entenderlo así. Pero por fin parece que lo comprendió. Se va al Oporto. Qué le vaya bien. Y al Real Madrid, especialmente, también. Que sin Casillas será mucho mejor, sin duda.
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