La compañera de Diego (el niño que se suicidó) denuncia la pasividad del colegio y cómo el director la amenazó con expulsarla si lo contaba.
El artículo sobrecoge, sobre todo después del suicidio de un niño de 11 años porque no soportaba tener que ir a ese colegio.
Creo que es hora de que la justicia española tome cartas en el asunto, y si tiene que prohibir enseñar a determinados elementos que lo haga, y si tiene que encarcelarlos que los meta entre rejas, y si incluso tiene que cerrar el colegio que tome esa decisión. Pero lo que no se puede permitir bajo ninguna circunstancia es, entre otras barbaridades contenidas en el texto, esto:
Cuando Valeria, que comenzó a salir del colegio temblando y llorando a principios de 2014, llevaba varias semanas de terapia, sus padres recibieron de su psicóloga una inesperada noticia que la propia niña narra ahora a EL MUNDO: «El padre Rivas, el director, me llevó a su despacho junto con las niñas que me estaban acosando, una de las cuales era hija de profesores del centro. Me sentó ante él, dejó aparte a las otras niñas, y me dijo que si seguía quejándome a mis padres de que me acosaban, me expulsarían del colegio. A ellas no les dijo nada».
Lo dicho, este sujeto debería ir directamente a la cárcel (y por bastante tiempo), y cuando saliera no debería poder enseñar jamás. Pero, claro, eso no pasará. Es España.
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