Hablo con una dama que puede ser ministra si hay un Gobierno de izquierdas y me cuenta: "Los partidos están encastillados, pero tendrán que ceder. Si no es el 5 de marzo, será más tarde. Hay dos meses. Habrá Gobierno y puede haber pactos; tendremos que dar algún ministerio a Podemos, pero eso de darles la Vicepresidencia es de locos, estaríamos locos todos".
Cuando leí lo anterior se me encendió la lucecita. Pedro Sánchez va a ir a la sesión de investidura del 1 de marzo con un acuerdo con Ciudadanos, consciente de que la va a perder. Después ya tendrá tiempo (hay dos meses, esa son las palabras clave) para montar un acuerdo con Podemos y los separatistas que le haga Presidente de Gobierno. Pero después del teatro del intento con Ciudadanos, para que nadie pueda acusarle de haberse echado en los brazos de los extremistas sin previavmente haber hecho un gran esfuerzo con los moderados. Total, cuanto más tiempo tarde dentro de los plazos establecidos para conseguir la Presidencia menos tiempos estará obligado a permanecer en ella, ya que la posibilidad de elecciones anticipadas se abre en septiembre (que fue cuando convocó Rajoy las anteriores).
Esa es la razón por la que Pedro Sánchez está tan tranquilo negociando teatralmanete con Albert Rivera algo que sabe que no tiene el más mínimo futuro, sin hacer el menor esfuerzo con Pablo Iglesias. Por ahora. Tan solo estamos asistiendo a un acto de la obra teatral, que terminará el día 5 de marzo, con la pérdida de la segunda votación por parte del socilista. Entonces se abrirá otro acto de la pieza, el definitivo.
En eso se ha convertido la política española, en puro teatro. Y del largo.
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