Supongo que Julio Iglesias ha tenido lo que la mayoría de los hombres desean, o sea, dinero, fama y mujeres. Por eso me impresionaron unas palabras suyas que leí en un artículo hace ya un tiempo:
He aprendido que no puedo comprar lo que más me gusta y soy pobre todos los días. ¿Y qué es lo que más me gusta y no puedo comprar? El tiempo, la salud.
Supongo que Julio Iglesias, a sus 72 años y con una salud deteriorada, tal vez siente que la vida se le escapa poco a poco y que no puede hacer nada para evitarlo, a pesar del dinero que posee.
Salvando las naturales distancias me vienen a la mente personajes adinerados que lucharon desesperadamente por la vida, queriendo extenderla por todos los medios para así poder seguir disfrutando de los placeres que les daba su fortuna. Al final, evidentemente, la dura realidad se impuso y murieron.
Ya lo dijo Salomón hace unos tres mil años: No hay hombre que tenga potestad sobre el día de la muerte y no valen armas en tal guerra.
Supongo que la manera en que uno enfrenta la muerte dependerá de la manera en que ha enfrentado la vida, haciendo el bien o haciendo el mal, generosamente o egoístamente, con Dios o sin Dios, siguiendo a Jesús o sin seguirle.
Espero que el día que me toque enfrentar la muerte sepa hacerlo con dignidad y sin temor. Quiero vivir la vida que me permita hacer eso.
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