jueves, 30 de noviembre de 2017

La mafia del taxi

Los taxistas (supongo que no todos) se están comportando como una pandilla de mafiosos de la peor calaña. Si quieren ir a la huelga, bien, que vayan, y si la quieren hacer indefenida, pues adelante. Pero a lo que no hay derecho es al uso de la violencia contra los competidores, desordenes callejeros (como vulgares borrokistas, sí) y paralizar con sus vehículos las áreas que les apetezca.

Además, lo que defienden es de una injusticia que hasta un ciego lo ve. Ayer escuché a un taxista en RNE decir que él había comprado una licencia carísima hace un par de años y que ahora, con las nuevas compañías VTC como Cabify o Uber, no le compensaba. Por lo menos el hombre era sincero, porque he leído a otros hablar de que lo hacen por el bien del cliente, para ofrecerle calidad. Pero la afirmación del taxista que oí pone en claro que de lo que se trata simplemente es de defender unos privilegios de un sector que, seamos claros, actúa en régimen de monopolio, y quieren seguir así, sin tener competencia. Por cierto, una auténtica barbaridad eso de las licencias, que parece que es un número cerrado y que, al existir mucho más demanda de licencias (personas que quieren ser taxistas) que licencias, se tornan en precios al parecer desorbitantes. Como será de evidente la injusticia que quieren perpetuar esta gente que hasta El País está en contra de ellos, que ya es decir.

Pero es que lo que pretende el Gobierno es regularizar el sector, como mal menor. Si ya era una barbaridad lo de una proporción de una licencia VTC por cada treinta taxis, menos barbaridad lo es la de una por cada diez (que parece que es como está ahora), y menos aún sería la de una por cada cuatro (que parece que es a lo que se puede llegar en breve). Pero sigue siendo una barbaridad. Lo que habría que hacer simplemente es desregularizar totalmente el sector. Si se quiere ser puntilloso, desde el punto de la seguridad del cliente y demás, lo más que el Gobierno podría hacer es obligar a un carnet de conducir especial (que, si no han cambiado las normas desde que yo saqué el mío, ya existe) y a una inspección del vehículo más rigurosa que la de los vehículos particulares. Es todo. Pero a efectos de cantidad de taxis y otro tipo de compañías no debería intervenir para nada. Que sea el mercado el que decida la cantidad. Punto.

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