lunes, 13 de noviembre de 2017

Por qué el juez Llarena hizo la correcto, y la juez Lamela también

Muchos han contrapuesto las decisiones judiciales de la juez Carmen Lamela en la Audiencia Nacional de mandar a la cárcel a Junqueras (et tal) y del juez Llarena en el Tribunal Supremo de dejar en libertad condicional a Forcadell (et tal). Nada más lejos de la realidad.

Leyendo al abogado liberal Miguel Angel Velarde, que escribe en el portal liberal Desde El Exilio, he aprendido que la prisión preventiva es una medida excepcional, dado que toda persona es inocente hasta que un juez le declare culpable. Solamente un juez puede mandar a un acusado a la cárcel antes de que sea declarado culpable en un juicio por tres razones: porque haya riesgos de fuga, de que vuelva a delinquir o de que pueda destruir pruebas.

En el caso del grupo encabezado por Junqueras había al menos riesgo de fuga, ya que la otra mitad del gobierno ya lo había hecho; también existía el riesgo de que siguieran delinquiendo en su intento de considerarse el gobierno catalán legítimo para continuar con los intentos de secesión; no he leído el auto, pero sobre esos dos riesgos creo que hay base suficiente para mandarles a prisión preventiva hasta que dichos riesgos desaparezcan. En el asunto del equipo liderado por Forcadell el riesgo de fuga, aunque existe, parece mínimo; tampoco parece que haya riesgo de que vayan a continuar delinquiendo, dado que acataron la legalidad constitucional; alguien podrá argumentar que lo hicieron de boquilla; bueno, pero lo hicieron; la Justicia no está para juzgar intenciones, sino hechos; y si vuelven a las andadas, siempre se les puede encarcelar por romper las condiciones de la libertad condicional.

Lo que pasa es que muchas veces se nos llena la boca hablando de independencia judicial, mientras los jueces hacen lo que nos gusta. Pero la cosa cambia cuando las decisiones no son las que nosotros desearíamos.

12 comentarios:

  1. Estoy en total acuerdo con tu comentario. De hecho, sobre el caso de Forcadell el propio juez indica en el auto que ingresará el prisión en caso de que incumpla el compromiso de respetar la ley.

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    1. Así es. Y es que, por más que lo olvidemos, la prisión preventiva es una medida excepcional.

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  2. Habrá que ver qué decisión toma el benévolo juez del Tribunal Supremo cuando asuma la instrucción del caso contra los sediciosos presos y si considera entonces la libertad bajo fianza para que esos sediciosos ahora presos puedan participar en campaña electoral.

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    1. Habrá que ver también si los sediciosos se acojen a la "vía Forcadell" para recochineo del personal (por lo menos del mío).

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  3. Y luego habrá que ver si los catalanes se identifican con el corrupto régimen de partidos, lo legitiman con su voto y resulta una reproducción de la cuota de poder del último parlamente regional catalán. Entonces, no seré yo quien se ría.

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  4. Si se refiere al sistema de gobierno vigente en España, le recuerdo que no tiene nada que ver con la democracia representativa por más que los electores jueguen un papel accidental y periódico. No llega ni al respetable nivel de un parlamentarismo. Es una mera oligarquía de partidos estatales, una simple y corrupta partidocracia. Por eso, al ser todos coparticipes del Estado (variando su "cuota accionarial") se presentan todos, sediciosos y "constiticionalistas", para que la incauta ciudadanía ratifique a sus candidatos y les asigne una nueva cuota de poder. Vergonzoso. Ojalá los catalanes lo entiendan y renieguen de este vil juego.

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  5. Por desgracia, la Historia nos enseña que la ignorante mayoría ha condicionado con su sumisión voluntaria la suerte de la totalidad de un colectivo. Raras veces, una minoría organizada logra consumar una revolución política pero la regla es la sucesión de oligarquías aplaudida por el populacho. Triste pero tan cierto como que en España no existe democracia representativa.

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  6. En un debate, como el que pretendidamente mantenemos, valen los argumentos. Esa consigna sería válida tanto para una democracia representativa, un parlamentarismo o una oligarquía de partidos. De hecho, los alemanes y los que copiaron su sistema electoral, tienen dos votos para configurar el reparto de poder entre los integrantes de su partidocracia.

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