No he leído el discurso de investidura de Zapatero, porque obras son amores y no buenas razones. El hecho es que Zapatero es de nuevo Presidente del Gobierno, porque ha conseguido sacar adelante la votación de investidura de esta forma:
Zapatero sólo obtuvo la confianza de sus 169 diputados, mientras que los 158 del PP, ERC y UPyD votaron en contra y 23 de CiU, PNV, IU, ICV, CC, BNG y Nafarroa Bai se abstuvieron.
No sé si los socialistas se han alejado de los nacionalistas, porque veían que esa cercanía les llevaría finalmente al precipicio separatista; o si han sido los nacionalistas los que han puesto tierra de por medio con los socialistas porque han visto que era un abrazo del oso que les ha costado muchos votos; o si ha sido un poco de ambas cosas. Sea como fuere, Zapatero ha sacado la investidura adelante solamente con sus diputados, sin apoyos nacionalistas. Me alegro, porque en principio eso le permitirá andar más libre de compromisos nacionalistas, es decir, de chantajes separatistas en mayor o menor grado.
Quiero creer que Zapatero dará la espalda a permitir medidas secesionistas, quiero creer que Zapatero pondrá toda la carne en el asador para derrotar al terrorismo etarra, quiero creer que la anterior legislatura fue la de la inmadurez, y quiero creer que la presente será la de aprender de los errores cometidos en el pasado. En otras políticas, interior y exterior, ninguna esperanza, porque no es cuestión de pedirle peras de sensatez al olmo socialista. Pero, como dije, no estaría mal ver un cambio en la política nacionalista y antiterrorista del Gobierno. ¿Será posible? Por ahora quiero otorgarle a Zapatero el beneficio de la duda, pequeña ciertamente, pero duda al fin y al cabo.
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