Unos días por otros, la casa sin barrer, y es que ha ido pasado el tiempo (bastante) y he ido dejando el opinar sobre el cambio en la jefatura de Cuba. Indudablemente que Fidel Castro no vuelva a ocupar dicho puesto no deja de ser una muy buena noticia; el tipo ha sido un terrible dictador, y que quede apartado de tareas decisivas no puede sino causar alegría; es evidente que algo de poder seguirá teniendo, pero es igual de evidente que ya no será lo mismo ni de lejos.
Pero su sustitución por su hermano Raúl me da que es algo así como los mismos perros con distintos collares. Parece que algo se está moviendo en Cuba a nivel económico (posibilidad para los cubanos de ir a los hoteles antes reservados para turistas, de tener acceso a ordenadores, a internet, etc.). Bien está, aunque realmente me parece un simple lavado de cara. Porque el verdadero cambio, el necesario, es el de que haya libertades políticas y elecciones libres. Y de eso, nada de nada. Es más, las noticias que me llegan de Cuba es que allí nadie se mueve (salvo los de siempre, los pocos héroes que acaban siempre en la cárcel), y que las autoridades, comunistas por más señas, tienen todo bajo su estricto control.
Como están las cosas, la reforma política deberá producirse desde dentro hacia afuera del poder (vamos, al estilo de la España), lo cual, dicho sea de paso, sería lo deseable, porque lo contrario implicaría un baño de sangre. Pero ello me parece que, por desgracia, está bastante lejos aún. Tengo la impresión de que el régimen, bajo la dirección de Raúl Castro, va a seguir un poco de la línea en China, es decir, apertura en lo económico y cerrazón en lo político.
Deseo equivocarme y que los cambios lleguen antes, pero mucho me temo que habrá que esperar a que Raúl Castro siga los pasos de su hermano Fidel para tener posibilidades de ver una verdadera reforma política en Cuba, y mientras tanto, pues eso, más de lo mismo.
Es cierto
ResponderEliminarHa cambiado el hombre para que nada cambie.
Pero creo que existe algo que antes no: La toma de conciencia de que hay cosas pasibles de mejorar.
El proyecto 50 Días por Cuba
es un intento espiritual que Dios sabrá recompensar.
¡Viva la Libertad!
Ojalá Cuba sea la democracia que merece, que sepa aprovechar todas las posibilidades que tiene y no siga bajo el yugo de una dictadura inhumana
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