El "apoyo sin fisuras" (es un decir, claro) de Sánchez a Rajoy en la cuestión catalana tiene más agujeros que un queso gruyere. Ayer vimos una prueba más de por donde van los tiros del madrileño. Cuando el grupo parlamentario socialista del Congreso había acordado abstenerse en la moción de apoyo al Gobierno en su actuación ante el desafío independentistas en Cataluña, en el último momento Sánchez ordenó votar en contra.
Ese voto en contra en lugar de la abstención implicó dos consecuencias gravísimas. La primera, que la moción fue rechazada; si los socialistas se hubieran abstenido, hubiera salido adelante. La segunda, y tal vez la más importante, es esta, en palabras del propio artículo: "El texto contó con el voto en contra del PSOE, Unidos Podemos y los grupos nacionalistas e independentistas."
O sea, que el PSOE se unió en su voto a todo el radicalismo del Congreso. Radicalismo que será el que apoye la moción de censurá que hará a Sánchez presidente de un gobierno multicolor que a la vez será, con mucho, el más extremista de la democracia (mucho más incluso que los de Zapatero, que ya es decir).
Y es que el alineamiento del PSOE de Sánchez se produce en unas circusntancias que dejó muy claras la diputada socialista Soraya Rodríguez, la cual rompió la disciplina de voto y se abstuvo: "Con la que está cayendo, con el golpe a la democracia en Cataluña, no podía votar que no" (me temo que no volverá a estar en las listas socialistas en las próximas elecciones).
Pues bien, "con la que está cayendo" el señor Sánchez prefirió votar en contra junto con todo el radicalismo del Congreso, comunista, antisistema e independentista, y forzar que ese Congreso no apoyara la gestión del Gobierno en Cataluña ante el desafío independentista. Preparando el terreno, sin duda, para su moción de censura ganadora que puede presentar en cualquier momento a partir del 2 de octubre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.