Muy buen
editorial-análisis en
El País en el que trata ocho burdas mentiras del sujeto en cuestión. Lo cierto es que uno no entiendo como se ha podido llegar a este punto en la política catalana. La verdad sea dicha, nunca fue gran cosa, pero es que ahora produce auténtica vergüenza ajena, no solo por los hechos (saltarse las leyes, incluidas las suyas, de la forma más grosera), sino por los discursos, propios de una dictadura bananera e incomprensibles en un país medianamente civilizado.
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