Se habla mucho de la brutalidad policial en Estados Unidos. No niego que hay policías de gatillo rápido. Pero no son la mayoría. A mi, cada vez que me han parado (y han sido varias) me han tratado con respeto. A diferencia de en España, que cada vez que me paró un guardia civil me trató con una prepotencia y un autoritarismo que echaba para atrás. No puedo hablar de la policía española, porque nunca tuve trato con ninguno (excepto con un policía municipal que me multó y me dijo que si yo apelaba la apelación iría a él y me quitaría la multa; apelé y nunca me llegó la multa; cumplió su palabra).
En estos días, además de las intervenciones policiales para reprimir la violencia desatada de muchos manifestantes, estamos viendo como muchos policías a lo largo de todo el país se unen gestualmente a los manifestantes poniendo una rodilla en tierra.
Nunca vi una humildad así en ningún guardia civil mientras estaba en España (repito, no traté con policías). Tampoco la he visto ni en guardias civiles ni en policías en la imposición del confinamiento, por las noticias que he leído. Más bien he visto la misma prepotencia que vi en persona hace años.
Está claro que Estados Unidos no es España. Ni las Fuerzas del Orden Público españolas son las estadounidenses. Pero desde los medios de comunicación españoles se están descontextualizando por completo todas las intervenciones de los policías de Estados Unidos, para llegar a la conclusión de que son una especie de salvajes sin control. Y puede ser que los haya así (como fue el caso del policía que mató a George Floyd, del que escribí ayer). Pero exactamente igual que habrá salvajes sin control dentro de las Fuerzas del Orden Público españolas.
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