Zapatero e Ibarretxe se han reunido. Y, después de la reunión, algo huele a podrido.
Huele a podrido la misma reunión de Zapatero con Ibarretxe, cuando este último es el presidente en funciones del Gobierno Vasco, es decir, única y exclusivamente un presidente provisional, a la espera del definitivo, sea él u otro. Lo lógico hubiera sido esperar a que el Parlamento Vasco designe un Presidente Vasco, y posteriormente reunirse con él.
Huele a podrido que los protagonistas se nieguen a hacer declaraciones después del encuentro de lo que se ha tratado en la entrevista.
Huele a podrido que se liquide la cuestión a nivel informativo con un par de breves comunicados llenos de generalidades, vaguedades y obviedades.
Huele a podrido que, de forma clara y concluyente, se haya impuesto el secreto informativo en esta relación que es, evidentemente, de incumbencia de todos los españoles que quieran saber.
Huele a podrido que se diga que ese mismo secreto se va a mantener para el futuro.
Huele a podrido que José Blanco, Secretario de Organización del PSOE, afirme que a los españoles lo único que les interesa es la noticia de que ETA ha abandonado las armas, pero sin hacer referencia a los términos en los que ETA debería dejarlas, y sobre todo si hay que hacer concesiones políticas para que las deje.
Huele a podrido que cada vez se hable más de "llegar a la paz" dando por sentado (aunque, eso sí, sin reconocerlo explícitamente) que para ello hay que ceder al chantaje terrorista.
No, la verdad es que después de la entrevista entre Zapatero e Ibarretxe no es algo lo que huele a podrido. Es mucho el olor a pudrición en el ambiente. Y lo que se avecina.
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