martes, 4 de octubre de 2005

El grave error del PP ante el estatuto catalán

El lamentable estatuto catalán es el resultado de la miserable partidocracia catalana. Pero guste o no (a mí me repele) hay que asumirlo, porque las reglas del juego son las que son, gusten también o no (a mí también me parecen rechazables).

Por eso que el Partido Popular se baje con que hay que tramitar la reforma del estatuto catalán como reforma constitucional, o si no hay que convocar elecciones anticipadas, me parece no ya políticamente rechazable, sino simplemente una majadería, o peor aún, no haber asumido todavía que (por desgracia) perdió las elecciones generales.

Las reglas del juego están para ser respetadas. Y el estatuto catalán debe seguir los trámites de una reforma estatutaria. Esos trámites implican que cuando llegue al Congreso será el momento de analizar en qué puntos va contra la Constitución (con toda seguridad en muchos), y corregirlo. Si la cosa no les gusta a los representantes catalanes, que lo retiren. Si les gusta a todos, maravilloso. Y si finalmente al PP le parece que hay un apaño inconstitucional, que recurra ante el Tribunal Constitucional.

Dicho sea de paso, hay que recordar que aunque no guste el actual estatuto catalán (repito que a mí para nada) viene apoyado con casi el 90% de los representantes de los votantes catalanes. Todos menos el PP de Cataluña, que acertadamente votó en contra por las claras cuestiones de inconstitucionalidad. Pues bien, es el momento en que el PP se declare en una especie de garante de la constitucionalidad del estatuto final (parece que ese es el camino que, después del fallo inicial, va a seguir Rajoy), dejando claro que de lo contrario recurrirá ante el Tribunal Constitucional.

No se pueden hacer, además, paralelismos con el Plan Ibarretxe. Aquella era una reforma apoyada por poco más de la mitad de los representantes, mientras que está tiene el apoyo de casi el 90%. Aquella venía claramente manchada por el chantaje terrorista, mientras que ésta no.

La realidad es que nos encontramos ante una situación política, la catalana, viciada de origen (como otras tantas, dicho sea de paso), por la partidocracia imperante, que en vez de dejar la decisión final del Gobierno en los votantes en una segunda vuelta entre Mas y Maragall, puso esa decisión en ERC. Y ya sabemos el resto, que éste se unió al PSC contra CiU, lo que ha producido que CiU en su afán opositor se ha radicalizado más, intentando ser más nacionalista que ERC.

Desgraciadamente esos son los miserables mimbres que hay, con los cuales se ha fabricado un no menos miserable estatuto. Pero es lo que hay. Lo único que se puede hacer es asumirlo, taparse las narices y hacer que el nuevo estatuto catalán quede acorde con la Constitución, o, de lo contrario, recurrirlo ante el Tribunal Constitucional. No hay más.

3 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo en que se debe seguir su tramitación, y llegado el caso, su modificación y aprobacion. Y llegado más el caso, su apelación al TC.

    Y que conste que lo dice un progre que no se asusta de asumir que en este asunto el PP puede ser de vital importancia y jugar una carta que le permita volver a gobernar.

    Un saludo de judas, de www.blogia.com/el_destino_del_iscariote

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  2. El problema, Dogson, es que el PP no puede pedir que se tramite el estatuto catalán como una reforma de la Constitución, porque simplemente no es eso. Aquí ya el PSC no es determinante, porque ya lo que cuenta es que es una propuesta del Parlamento de Cataluña para reformar su estatuto; nada más, nada menos. Y hay que tratarla como tal. Se han de modificar los puntos inconstitucionales, y, muy importante, si después hay algo en contra de la Constitución, que el PP vaya al TC. Como dije, es lo que hay.

    Y, anónimo, comparto tu opinión de que si el PP juega bien sus cartas en este asunto (que creo que son las de erigirse en defensor de la constitucionalidad del estatuto punto por punto), puede ser una importante baza de cara a las próximas elecciones.

    Gracias a los dos por la participación.

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  3. El problema es que el Nuevo Estatuto De Autonomía de Cataluña sobrepasa sus jurisdicciones.

    ¿Qué pasaría si el Congreso de los Diputados quisiera establecer el horario de recogida de basuras del ayuntamiento español de San Sebastián?

    ¿Y si el ayuntamiento español de Gerona quisiera enviar tropas a Afganistan? (en mision humanitaria, por supuesto)

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