martes, 12 de abril de 2011
Pobre Perú: "Entre el sida y el cáncer"
Ollanta Humala y Keiko Fujimori se enfrentarán en una segunda vuelta por la Presidencia de Perú. Hace días, cuando les eché un vistazo a las encuestas sobre estos comicios, me sorprendió que dichos candidatos fueran en cabeza. No entendí la situación hasta que leí el mismo día de las elecciones una entrevista a Vargas Llosa en la que explica la razón de ese fenómeno:
Aquí se enfrentan extrema izquierda y extrema derecha, en cabeza de los sondeos, con un centro dividido en tres partidos. Hay tres candidatos que han representado al centro, con algún matiz más a la izquierda o a la derecha, pero que son prácticamente indiferenciables en sus programas de gobierno. Jorge Castañeda, Pedro Pablo Kuczynski y Alejandro Toledo seguirían con el modelo político, económico y social que existe y que tan bien le ha ido últimamente a este país. De hecho, hay una mayoría electoral que quisiera eso, pero el drama es que, dada la insensatez de los políticos, esos tres candidatos se han destrozado, han hecho una campaña feroz de guerra sucia entre ellos. Y los extremos, Ollanta Humala y Keiko Fujimori, que son los que sí ponen en peligro el sistema, han pasado prácticamente intocados.
Eso es confirmado por el propio Kuczynski después de las elecciones, cuando dice lo siguiente:
El postulante dijo que quedará para la historia determinar responsabilidades sobre lo que hicieron él, el ex presidente Alejandro Toledo y el ex alcalde de Lima Luis Castañeda, quienes fragmentaron los votos de los sectores comprometidos con la democracia y les abrieron así el camino a Humala y Fujimori.
Y es que los números son claros: Los tres partidos centristas (que han quedado en tercero, cuarto y quinto puesto) suman el 44% de los votos, sobrados para haber quedado en primer lugar si hubieran unido fuerzas, y posteriormente haberse enfrentado a Humala en una segunda vuelta para barrerle por completo (en dicha segunda vuelta los votantes de Keiko Fujimori hubieran apoyado a los centristas en bloque contra Humala). Pero los personalismos van a tener un alto precio en estas elecciones peruanas, dándole la Presidencia a un extremista por su causa, sea de un signo o de otro.
Dice Vargas Llosa de Ollanta Humala:
Humala es nacionalista, está muy cerca de Hugo Chávez, pero en esta campaña se proclama más bien discípulo de Lula. El problema es que el plan de gobierno de Humala no refleja esa moderación que él ha intentado transmitir en sus declaraciones públicas, es un programa muy cercano de lo que fue el velasquismo (1968-1975, por el presidente golpista Velasco Alvarado): un Estado intervencionista en la economía, nacionalizar sectores estratégicos, gran desconfianza hacia la empresa privada y el capital extranjero, y medidas contra la libertad de prensa. Humala es Chávez con un lenguaje ligeramente abrasileñado.
Y ésta es su opinión sobre Keiko Fujimori:
Significaría abrir las cárceles para que todos los ladrones, asesinos y torturadores, empezando por su padre, Alberto Fujimori, y el siniestro Montesinos, salgan a la calle a sacar la lengua a todos los que han defendido la democracia en Perú. Los criminales pasarían directamente de la cárcel al gobierno.
Para el país en sí me parece que Keiko Fujimori es menos peligrosa que Ollanta Humala, aunque efectivamente sea mucho más lamentable que cualquiera de los otros tres candidatos perdedores, y creo que será la que finalmente salga victoriosa, pues probablemente será apoyada por la mayoría de los votantes en la primera vuelta de los tres partidos centristas, que verán, como no puede ser de otra manera, en Humala un peligro para la economía de mercado y para la libertades.
De todos modos la conclusión de Vargas Llosa no deja de ser llamativa:
¿Humala o Keiko? Es elegir entre el sida y el cáncer.
Así están las cosas en Perú. Veremos que pasa el 5 de junio, día en que se celebrará la segunda y definitiva vuelta.
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Otro más en caer bajo la bota izquierdista latino-americana. Más miseria,más desigualdad y más destrucción de riqueza, si es que queda alguna, en ese país. De verdad, tienen lo que se merecen. Por mi parte, que no me pidan ni un puto euro para los niños pobres del Peru. Con su pan se lo coman, mejor dicho, con su mierda. Panda de idiotas.
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