Trump dijo, con su acostumbrada estúpida teatralidad y sobreactuación: "Hay una posibilidad de que al final acabemos teniendo un gran, gran conflicto con Corea del Norte, sin duda". La respuesta del líder norcoreano cuyo peluquero no sabemos donde aprendió el oficio (en eso se parece a Trump) ha sido lanzar otro misil balístico, que al igual que el anterior, hace un par de semanas, ha resultado completamente fallido.
Lo anterior nos demuestras dos cosas, una mala y otra buena. La mala es que el tal Kim Jong-un (estoy copiando el nombre, porque, de verdad, no consigo memorizarlo) demuestra que no se achica ante el Presidente del pelo rojo. La buena es que por segunda vez consecutiva el misil explotó al poco de ser lanzado en espacio norcoreano, lo que demuestra que el dictador de dicho país tiene más capacidad para hablar que para hacer algo medianamente en condiciones en materia militar de alta tecnología (no quiero ni pensar en el destino que habrán sufrido los implicados en los fallidos lanzamientos).
El Secretario de Estado de Estados Unidos dice que este país está listo para atacar militarmente a Corea del Norte. Y, en vistas de los últimos "éxitos" militares del país comunista, posiblemente hacerle añicos en unos pocos días. Lo malo son las bases americanas en Corea del Sur y Japón, así como la población civil de dichos países. Porque para el tirano de Pyongyang solo hay una vida que importa: la suya.
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