martes, 2 de enero de 2018
Tanto protocolo y tanta historia, ¿para esto?
Un crimen se produjo y el otro a punto estuvo. En el primer caso estaba clarísimo que una orden de alejamiento y un policía que echara un vistazo a la chica de vez en cuando no era suficiente contra alguien que ya debía estar entre rejas. En el segundo la incompetencia es aún más manifiesta si cabe, pues estamos hablando nada más y nada menos que de un clarísimo sospechoso de secuestro y asesinato, que estuvo a punto de cometer otro secuestro y asesinato (la redundancia es necesaria) porque, aunque había pruebas para detenerle, no lo habían hecho aún (la cosa no acabó en tragedia porque una pareja que pasaba por allí escuchó los gritos de la chica, porque el sujeto estaba totalmente libre del control de las autoridades). De verdad, me quedo sin palabras.
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