España (al menos la parte que les corresponde a sus dirigentes actuales) está cada día más cerca de convertirse en algo verdaderamente incalificable, vergonzoso, ruin y miserable. Al vergonzoso desprecio con que el Gobierno trata a las víctimas de ETA y al ruin silencio que deja hacer lo que quiere a los amigos de los asesinos, se ha venido a sumar algo que me parece lisa y llenamente miserable.
El fiscal general del Estado ha pasado a serlo solamente de nombre, para convertirse nada más y nada menos que en el abogado defensor del más sanguinario etarra de todos los tiempos.
Estamos hablando de esto:
Conde Pumpido ha cuestionado la nueva doctrina del Tribunal Supremo para el cálculo de las redenciones de penas porque, según él puede generar "algunas dificultades" además de "algún debate en el futuro".
En cualquier país medianamente civilizado (tampoco hace falta demasiado, la verdad) esto sería simplemente intolerable. Estamos hablando de un fulano ¡que asesinó a 82 personas inocentes! y que está condenado ¡a 4.799 años de cárcel!
¡Por favor! ¡Esto es intolerable! Se supondría que el hombre debería estar dando saltos de alegría, y nos encontramos con que está en contra de lo decidido. ¿Entonces qué quería? ¿Acaso que este brutal asesino que jamás se ha arrepentido quedara en libertad? Pues la respuesta es una: Sí, eso es lo que deseaba.
Y estamos hablando, repito, del fiscal general del Estado, que debería esforzarse todo y más porque los etarras pasaran el mayor tiempo posible entre rejas. Pues nos encontramos con nada más y nada menos que es exactamente al revés. Los esfuerzos de este hombre van en el sentido de que los asesinos etarras queden cuando antes en libertad.
Todo lo anterior, con ser grave (que lo es, gravísimo), creo que no es lo peor. Lo más preocupante es que este tema de contentar a los sanguinarios terroristas pareciera que no hay límites por parte del Gobierno y sus allegados. ¿Cuál será la próxima concesión que hará algunos de estos mediocres politicuchos? Realmente no me atrevo a suponerlo. Lo que ya no supongo, sino que estoy convencido, es que por más que algunos pensemos que en teoría nada nos sorprenderá, esta gente conseguirá sorprendernos. Y posiblemente llegará algún momento en que los adjetivos se acabarán para calificar tanta vergüenza, tanta ruindad, tanta miseria.
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