Por Dr. Darsi Ferrer Ramírez.
La seguridad del estado en su intento por tratar de anular nuestra labor disidente utiliza todo tipo de acciones, sin que se observen límites en su actuar represivo y arbitrario. Lo último que realizó en contra nuestra es entrar a nuestra vivienda, aprovechándose que no nos encontrábamos, durante la madrugada del pasado lunes 13 de Marzo, para ello rompieron la ventana del baño y se llevaron todos nuestros bienes.
Curiosamente, entraron por el pasillo lateral que da a la casa del vecino, un alto oficial del ministerio del interior retirado que, además, tiene en ese pasillo un perro Doberman muy fiero.
Nuestra casa es la más humilde de todo el barrio, pues somos extremadamente pobres, y la única donde la seguridad mantiene una vigilancia constante. Son ocho las casa de vecinos desde donde nos vigilan. No dudamos que también nos tengan instalados micrófonos y cámaras para espiarnos pues en ocasiones durantes los arrestos los oficiales nos sacan a la luz conversaciones íntimas que sostenemos de modo privado mi esposa y yo dentro de la casa.
Hay que recordar que hace pocos meses se personaron varios oficiales de la seguridad con una orden de registro y me robaron la computadora, impresora, medicamentos, literatura médica y documentos de la ONU. Supuestamente eran pruebas de delitos, luego me citaron para la unidad al otro día y hasta hoy no he vuelto a saber de ellos, ya que no estaban en la unidad y nadie me atendió ese día.
Hace un año la seguridad obligó al director del policlínico donde laboraba a que me botara de mi empleo y me dejaron sin tener como alimentar a mi familia (esposa enferma e hijo pequeño).
En más de ocho ocasiones la seguridad del estado ha orquestado acciones que incluyen: varios allanamientos de mi morada con agresiones físicas y hasta herida con arma blanca, destrucción de nuestras propiedades personales, amenazas de muerte, incluso a mi hijo de 4 años, reclusión por la fuerza dentro de la casa alentando a las turbas para que nos linchen si salimos fuera, provocaciones, insultos, amenazas y cuestionamientos a los vecinos que mantienen relaciones con nosotros, entre otras tantas arbitrariedades.
La seguridad esta vez nos robó el televisor - un Daitron viejo, blanco y negro y medio roto, único entretenimiento de nuestro niño -, la plancha, dos radios, la batidora, una olla arrocera y otra de presión, los tres pares de zapatos y algunas prendas de vestir de Yusnaimy, un celular, mis equipos médicos (un glucómetro, estimulador muscular y equipo digital de medir la tensión arterial), el regulador de voltaje del refrigerador, un paquetico con picadillo de soya y otro con huesos.
No se llevaron el refrigerador, un almatroste americano con más de 40 años, pero si se tomaron el placer de dañarlo antes de irse, safaron de un alón los cables y le rompieron el tranque de la puerta, al igual que a la vieja lavadora que tenemos también sintieron el placer de romperle los cables y las mangueras con las que funciona.
Cuando realicé la denuncia en la unidad policial de "Acosta", le informé al que tomó la denuncia que el robo era obra de la seguridad del estado, y así quedó plasmado en la misma. Enviaron a la casa a la guardia operativa en el auto # 1188 y, por supuesto, no encontraron al ladrón. Solo dijeron que debo esperar pacientemente.
Es fácil comprender la estrategia de la seguridad del estado, rendirnos mediante la miseria y las medidas de fuerzas, sin embargo no acaban de comprender que mientras no se lleven nuestras vidas se las seguiremos dedicando a la causa de la libertad de nuestra sufrida Patria. Ni con la fuerza, intimidaciones, amenazas ni los despojos de nuestras propiedades lograrán hacernos claudicar.
Además de dictador, usa métodos de mafioso cutre y sus mercenarios son casi peor que Fidel. Pero los cubanos ya están preparados para rebelarse a la disyuntiva "Patria revolucionaria o muerte".
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