Hace ya bastante tiempo, en Miami, un cubano, allá por la sesentena de años, me contó una historia que le pasó en uno de sus viajes a la isla.
Estaba conduciendo un automóvil (no recuerdo si prestado o alquilado) con la ventanilla bajada, cuando en una parada en un semáforo en rojo, a plena luz del día, se le acercó una muchacha de no más de catorce años, que con toda determinación se alzo el suéter que vestía, dejando completamente visibles sus senos, y diciéndole al sorprendido visitante: "Por un dólar me las puede tocar." Mi interlocutor, un hombre completamente serio, rechazando el ofrecimiento sacó de su cartera un billete de veinte dólares y se lo dio a la muchacha, diciéndole: "Anda, toma el dinero, vete a tu casa y deja de hacer esto".
Esa es la Cuba de hoy, la de la dignidad comunista.
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