El tribunal vaticano ha hecho pública la sentencia sobre las filtraciones de parte de las documentos de la COSEA (la comisión creada por el Papa para investigar las irregularidades en las finanzas vaticanas). El cura español ha sido condenado a dieciocho meses de prisión y su ayudante femenina a diez. Los dos periodistas que escribieron los libros sobre el tema han sido absueltos, declarándose el tribunal incompetentes por ser ciudadanos italianos y no haber cometido ningún delito en territorio vaticano.
Hasta aquí el resumen de la sentencia. Ahora, brevemente, las valoraciones. ¿Las luces? Que las sentencias han sido menores de lo esperado a los trabajadores vaticanos (el cura y su colaboradora), así como la absolución de los periodistas italianos. ¿Y las sombras? Pues que claramente nunca tales periodistas debieron siquiera ser procesados, y que no es entendible que en una organización religiosa (que en teoría deben ser ejemplos a seguir por el común de los mortales) se quiera impedir por todos los medios que el público general sepa sus manejos financiaeros (algo que es, por ejemplo, completamente inimaginable en las corporaciones religiosas en Estados Unidos).
Todo lo anterior vuelve a demostrar, una vez más, los trapos sucios que hay en el Vaticano, bastantes más de los que se pueden imaginar. Y las malas pulgas que se gastan cuando los mismos son expuestos en público.
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