Sinceramente, no he escrito hasta ahora sobre los resultados de las elecciones alemanas por fastidio. Y es que, aunque el tema es importante, me fastidia tener que repetir lo mismo vez tras vez. Porque me sigo haciendo la misma pregunta, ahora con relación a Alemania: ¿Es realmente una democracia? ¿O es solamente una democracia parcial, mutilada? Me inclino por lo segundo.
Y es que, una vez que la ciudadanía votó, esa misma ciudadanía ha sido olvidada automáticamente. ¿Gobernará Angela Merkel? ¿Gobernará Gerhard Schröder? ¿Será un tercer candidato sin ambos se vetan? ¿Será esa gran coalición? ¿O una de uno de ellos con otros partidos? ¿De derecha? ¿De izquierda? ¿De los dos?
Esas son preguntas las contestarán los partidos políticos, sin que ya los ciudadanos puedan decir absolutamente nada. Y, como siempre, en función de pactos en los que también, por supuesto, los ciudadanos serán totalmente ignorados.
Y es que en los sistemas electorales indirectos la única manera de que la democracia sea real es que la ciudadanía vote por un candidato de forma casi apabullante. En el momento que eso no ocurre los partidos políticos nos ofrecen lamentables espectáculos como el que el sistema alemán no solamente permite, sino que casi obliga.
Cuando lo realmente democrático en Alemania sería que, puesto que nadie ha conseguido más de la mitad de los votos emitidos, Merkel y Schröder se disputaran el Gobierno germano en una segunda vuelta, y que fueran los votantes alemanes los que decidieran por quien quieren ser gobernados.
Demasiado pedir, según parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.