Han pasado un par de días y voy a intentar analizar con algo de perspectiva la crisis de los controladores, cosa que no hice en mis primeros textos.
Para empezar, decir que objetivamente fue un enorme error del Gobierno utilizar el Consejo de Ministros del día anterior al del puente del Día de la Constitución para sacar adelante un decreto que iba totalmente en contra de un colectivo tan privilegiado y con tanto poder como son los controladores aéreos. Es evidente que hubiera sido preferible hacerlo una semana antes o una semana después, por ejemplo.
Ahora bien, una vez tomada esa decisión, y comprobado el desafío de los controladores al Gobierno, con todos los viajeros como rehenes, creo que no quedaba más remedio que hacer lo que se hizo, como ya he dicho. ¿Había alternativas? No lo creo. Las amenazas de despido no hubieran servido para nada, visto que en España finalmente nunca han llegado a hacerse efectivas. Y los controladores demostraron que el desafío era total.
Pero me hago esta pregunta: ¿Por qué el Gobierno aprobó el mencionado decreto ley precisamente en ese Consejo de Ministros? Es evidente que Zapatero y Rubalcaba sabían el riesgo que se corría. Pero parece que no les importó. O que querían que pasará lo que pasó. Conociendo como opera la política gubernamental española en general y la socialista cuando está en el poder (o quiere alcanzarlo, como cuando el 11-M) muy en particular, no me cabe la menor duda de que lo que pasó obedeció a un plan perfectamente preparado, y nada improvisado, para sacar tajada electoral de la cuestión.
Sabemos que el gobierno socialista está en las horas más bajas a nivel de apoyo electoral de todo el tiempo que lleva en el poder. La crisis económica, la inacción en el tema saharaui, la debacle en Cataluña, las revelaciones de los papeles de WikiLeaks, el peligro de la necesidad de rescate económico para España, los bandazos de Zapatero, las medidas económicas antipopulares (en contra de lo dicho por Zapatero), y un largo etcétera de despropósitos han colocado a los socialistas no ya contra las cuerdas, sino básicamente en k.o. técnico.
¿Qué hacer? Lo hecho. Desviar la atención, aprovechándose de un colectivo minúsculo numéricamente y muy privilegiado que cae mal a la sociedad entera. Mostrar determinación cuando siempre se le acusaba de no hacer nada. Resolver un conflicto que amenazaba con enquistarse a lo largo de días o semanas en unas pocas horas. Todo muy populista. Y me temo que efectivo a los ojos de una sociedad que ha demostrado muchas veces que tiene mala memoria.
Objetivamente fue un gran error ese decreto ley del viernes. Pero subjetivamente, desde el lado socialista, tal vez ha sido un gran acierto. Y es que cada paso del gobierno socialista, y más con la oscura mano de Rubalcaba dirigiendo la orquesta, siempre tiene dos lecturas, la pública y la oculta. Y la más importante, por supuesto, es la segunda. Que suele ser siempre siniestra. Muy siniestra.
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ResponderEliminarEl viernes se retiró la ayuda a los parados de larga duración sin otros ingresos.
ResponderEliminarAlguien ha hablado de eso? NO:
Maniobra de distracción muy bien planificada.
El PSOE es intrínsecamente golpista y carece del más mínimo escrúpulo. Esto no es un juicio de valor; es una constatación histórica. De momento ha conseguido que no se hable de otra cosa que del sabotage de los controladores. Como todos los dictadores y tiranos saben, ante los problemas internos nada mejor que presentar un enemigo exterior que concite el odio de toda la ciudadanía. Y pocos objetivos mejores que un grupito minúsculo de privilegiados, que en un momento en el que hay 4 millones de parados, se eliminan las ayudas a los que han agotado el desempleo, y se reducen los sueldos de otros colectivos, reclaman mejoras salariales y de trabajo y para conseguirlas joden (lo siento, no hay otra forma de decirlo) a 600000 inocentes. Son el sueño de cualquier gobierno totalitario: ni el propio Goebels podría haber inventado un enemigo más adecuado.
ResponderEliminarPor su parte, los controladores han demostrado una inteligencia por debajo de la de un toro de lidia, arremetiendo ciegamente contra el capote que el Gobierno les ha agitado delante. Se merecen todo lo que les pase y más.
A la oposición, y sobre todo a su nefasta cúpula dirigente, la han vuelto a coger sesteando.
¡Que pena de país!