domingo, 3 de julio de 2016

Una familia rota

Mi hija se ha ido a vivir con su madre porque no se entiende con mi esposa. Es así como aquella familia que construimos se ha roto por completo. Un hijo separado de su madre, una hija separada de su padre, un hermano y una hermana separados entre sí.

Nunca antes me había sentido tan identificado (dolorosamente identificado) con un cuadro de ilustración de un texto.

Son las consecuencias (entre muchas otras) de un divorcio, muchísimo más dolorosas de lo que se me pudo pasar por la cabeza en aquel momento.

¿Por qué cuento esto aquí? Por si hay alguien que me lee que está pasando por unas circunstancias parecidas a las que yo pasé cuando estabamos en plena crisis matrimonial. Tal vez esa persona puede escarmentar en cabeza ajena (la mía), para no tener que escarmentar en la propia.

2 comentarios:

  1. Nadie escarmienta en cabeza ajena. Y la experiencia propia llega muchas veces demasiado tarde.

    Aunque como dicen es más fácil predicar que dar trigo, me atrevo a aconsejarle que trate de salvar lo que aun pueda ser salvado y no se obsesione pensando en si hubiera podido hacer las cosas de otra manera; ese es un síndrome bien estudiado tras una desgracia importante: "si en vez de ... hubiera hecho ..."

    Ya le recomendé en una ocasión que buscase el único amor que nunca defrauda ni traiciona; el de un perro. Y me contestó que no creía en poseer a un ser vivo. La relación humano-perro, aunque legalmente sea de propiedad (y responsabilidad), en realidad es un contrato mutuo. Un contrato, éste si, hasta que la muerte les separe por parte del perro, y a veces incluso después, como demuestran los numerosos caso de perros que se han ido a vivir al cementerio donde yacen los restos de sus humanos, les han esperado durante años a la puerta de estaciones u hospitales, o se han dejado morir de pena. Los perros dan mucho más amor que el que reciben, y para ellos su compañero humano no tiene defectos, o si los tiene se los perdonan siempre. Después de un día malo en el trabajo o de un problema familiar, ver el cariño sin límites en los ojos de tu perro y acariciarlo, es la mejor medicina para el espíritu (y a veces para el cuerpo). El único problema es que la vida de un perro es mucho más corta que la de un humano, y cuando se van es devastador.

    Suerte

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    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras, de verdad.

      Sigo sin querer tener animales en cautividad.

      Sí, estoy intentando salvar lo salvable del naufragio (que, la verdad, a estas alturas ya es casi nada).

      Y es verdad que la experiencia propia llega a veces demasiado tarde, por lo menos en mi caso. Sé que con el "si en vez de ... hubiera hecho ..." no se resuelve nada, pero es humano hacerlo, aunque ya no sirva para nada.

      Y puede que haya alguien que lea esto que sea más inteligente que yo, y sepa dar marcha atrás antes de entrar en el desastre que es un divorcio.

      Nuevamente muchas gracias y saludos cordiales.

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